—¿Qué? ¿Cómo es posible? El rostro de Héctor cambió al instante, y se levantó de un salto. —No lo sé, esta mañana, cuando fui a despertar a la señorita, la encontré inconsciente y helada. El guardaespaldas estaba muy nervioso.Sin esperar a que terminara de hablar, Héctor y Angela ya habían salido corriendo, apresurándose hacia la habitación de su hija. Sin embargo, al abrir la puerta, ambos recibieron un tremendo susto. Allí yacía Pilar, inerte en la Cama de Jade. La Cama de Jade, antes cálida y rojiza, ahora estaba cubierta con una capa de escarcha. Pilar estaba pálida, sus extremidades rígidas, y escarcha en sus cejas y cabello. Sobre su piel, emanaban hilos de bruma blanca. A primera vista, parecía como si acabara de ser sacada de una cueva de hielo. —¡Pilar! Angela entró en pánico, corrió hacia su hija y comenzó a frotar sus manos y soplar aire caliente, tratando de calentarla. —¡Esto es malo! Héctor frunció el ceño, acercándose para tomarle el pulso, que
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