Todos los capítulos de Contrato con el viudo paralítico : Capítulo 31 - Capítulo 38
38 chapters
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—¿De verdad? —pregunté. —¿Y Emma? —añado .—Estará con su abuela, solo será una semana. No sé…  si te molesta. —No, para nada —respondí con una sonrisa.Me encantaría viajar contigo y conocer nuevos lugares juntos. El día de nuestro viaje llegó, y estaba ansiosa por la aventura que nos esperaba. Con Eduardo a mi lado, sabía que cualquier destino sería mágico. Juntos, comenzábamos una nueva etapa en nuestras vidas llena de amor y felicidad.—Claro que no, no viajo muy a menudo porque... —¿Por qué? —preguntó sin entenderme. —Porque soy pobre —confesé, y empecé a reírme divertida. —¿Qué misterio? &mdash
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—Supongo que se llama Eduardo —comentó mi abuela mientras sacaba una fuente debajo de la mesada y empezaba a agregar harina y unos huevos. —Sí, viví con él un tiempo. —Y eso, ¿por qué? —preguntó curiosa. —Porque fue en ese momento que me había peleado con mamá y decidí que lo mejor era irme, y como justo estaba Eduardo, me fui a vivir con él —comenté y me encogí de hombros. —Y ese Eduardo, ¿de dónde lo conocías? —Trabajaba en la mansión, era moso —dije.—Que linda historia hubiera sido, como de novela. —Lástima que los dos éramos pobres, porque si uno hubiera sido el rico —comenté divertida. —Cariño, &iqu
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"Fue cuando tú habías venido con Lucía y conmigo", dije recordando aquel momento, hace bastante tiempo. "Bueno, en ese momento...", comenté con sinceridad. "Entonces, por eso te veía tan sonriente en ese momento", dijo Lautaro. "No estaba sonriente", comenté y levanté una ceja. "¿A este chico qué le picó? ¿De qué está hablando?" "Te veía más feliz de lo usual", se encogió de hombros. "Pues debes estar imaginando cosas, Lautaro", comenté, recordándome en ese momento, sin creer que yo estuviera de esa manera que él describía. "Pues es como te vi", dijo Lautaro.Corrección y edición del texto: Los siguientes días fueron bastante felices para mí. Me sentía euf&oac
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 —¿Quieres que pongamos esto en la biblioteca? — Preguntó. — Tienes razón, creo que irían mejor ahí los libros. — Murmuré. —Claro. — Asintió, pero me detuvo. — Pero en caso de que... si llegara a pasar algo, no llegamos a separar cosas, que dudo, te devolveré todo, Briana. No te preocupes por eso. — Tienes razón. — Comenté dejándolo ir. A veces, cuando quería decirle algo, lo detenía tomando la silla de ruedas. Suspiré y empecé a caminar alrededor de la habitación, pensando que ahora viviría aquí. Era tan lujosa y extravagante. El baño era más grande que mi casa. Había un lujo que a veces parecía innecesario, aunque me agradaba la idea de que Emma tuviera una habitación enorme solo pa
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— No me interesa. — Respondí cortante, y me di la vuelta para entrar en la habitación. Me acosté en la cama y tenía puesto incluso un camisón transparente para que él me viera, pero en cuanto se recostó a mi lado, ni siquiera me prestó atención. — Buenas noches. — Murmuré, pero él ya se había quedado dormido. Quise llorar, lo único que faltaba era que apareciera una versión exactamente igual a Lucía y más malvada.Al día siguiente, cuando me di vuelta para darle un beso de buen día a Lautaro, él ya no estaba en la cama. Molesta, me puse de pie, me puse las zapatillas y salí directo para ver a Emma. Pero al abrir la puerta, me di cuenta de que la habitación estaba vacía. Me di la vuelta y pude ver que...Suspiro, siento un nudo en la garganta, y adem&aac
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— Ni una ni la otra. — Murmuró distraída mientras miraba su teléfono. — No son novios. — Quise saber. — Te dije ni una ni la otra. — Comentó. — Bueno, ya entendí. — Puse los ojos en blanco. — Mira, ahí está entrando. — Comentó mientras se escuchaba la puerta ser abierta con una llave. — ¡Buenas! — Exclamó y su sonrisa se borró en cuanto me vio. — ¿Por qué está ella aquí? — Preguntó. — Qué linda bienvenida que me das. — Comenté molesta, cruzando mis brazos. — Yo mejor me voy. — Comentó Blanca. — Gracias por todo. — Murmuré y ella asintió. <
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— En realidad no, ella quería comer un trozo de pastel y yo lo preparé para ti — murmuró ella con pena, dejando su mirada en Lautaro. — Briana, pareces una niña de kínder en serio — comentó Lautaro poniendo los ojos en blanco y acercándose a Olivia, quien tenía un rostro de tristeza. — Te juro que yo solo quería probar una porción. Además, ¿por qué te está preparando algo a ti que eres mi esposo? — pregunté. — Quizás solamente quiso tener un gesto amable por quedarse aquí, y tú la estuviste golpeando — precisó Lautaro. — No puede ser, Briana, por favor, tienes que comportarte — murmuró y después dijo: — ¿Quieres tomar una taza de café conmigo, Olivia? — Claro, Lautaro, c&
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Su ego no respondió. Resignada, decidí hacer una locura y me recosté en el suelo de la alfombra. "Entonces dormiré aquí,  ¿te molesta?," me crucé de brazos para protegerme del frío. "Briana, por favor, ve a la cama," pidió Lautaro, pero yo negué. "No quiero," dije como si fuera una niña, y él suspiró. "Te vas a enfermar ahí abajo, hace frío," advirtió. "Pues me enfermaré, y será tu culpa," mencioné con molestia. "Bueno, está bien. Vamos a la habitación," dijo él mientras avanzábamos hasta llegar. El color celeste del acolchado hizo su aparición cuando ingresamos. Las cobijas estaban un poco deslizadas hacia abajo, ya que yo había salido. "Está bien, dormi
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