Todos los capítulos de ¡CÁSATE CONMIGO! Tendrás a mi bebé.: Capítulo 141 - Capítulo 150
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25.Eres muy valiente
Capítulo veinticinco: Eres muy valiente"Narra Fabio Caruso"Quien hubiera ido de compras para vestir a mi esposa, se merecía un aumento de sueldo. Eso era en lo único que podía pensar mientras caminaba tras ella por la playa, admirando el bikini azul celeste con cadenitas de plata auténtica que apenas podía ocultar su perfecta figura.Un bikini que jamás se hubiera podido poner en Londres.Sin embargo, no estábamos en Londres, sino en una isla a solas, sin el ojo público o escoltas que nos seguían a todas partes, sin darnos un minuto de privacidad ni siquiera dentro de la mansión. Y yo pensaba aprovecharme de ello al máximo, lo cual, por el momento, significaba admirar a mi mujer en bikini.—Deja de mirarme así —me acusó ella, sin volver la cabeza. —¿Cómo sabes que te estoy mirando? —pregunté riéndome.Era una sensación muy rara. Me sentía ligero, casi feliz. Aún no habíamos solucionado nuestros problemas y quedaban muchos temas en el aire sin siquiera mencionarlos, pero la química
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26.Pisando terreno peligroso
Capítulo veintiséis: Pisando terreno peligroso "Narra Fabio Caruso"Sabrina frunció el ceño, apartándose para seguir caminando por la playa.A mí me costaba trabajo respirar, me quemaba el pech0 y en mi cerebro aparecían recuerdos que por lo general mantenía bien encerrados. Vagos recuerdos de la mujer que me dio la vida, pero qué también casi me la quita al entregarme a mí violento progenitor.Y entonces miré a mi esposa.Estaba pisando terreno peligroso con ella. Aquello no era única y estrictamente sexual. Nunca lo había sido.Maldit@ fuera, tenía que calmarme. Necesitaba tiempo para convencerla de que se quedase a mi lado, pero nunca jamás me permitiría sentir tanto por otra persona como para que su partida pudiese romperme el corazón.Nunca más me vería reducido a suplicar o llorar para retener a una mujer a mi lado.Yo era el hombre que mi padre había moldeado con sus golpes y sus lecciones de vida, no el niño que se agarraba a una mujer que no sentía nada por él, llorando com
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27.Voy a confiar en ti
Capítulo veintisiete: Voy a confiar en ti "Narra Fabio Caruso"Tenía otra cena romántica preparada para nosotros dos en la terraza. Había anochecido, el cielo estaba cubierto de estrellas y la fresca brisa del mar me acariciaba la piel mientras cerraba los ojos, tomándome un momento para disfrutar de esa belleza.Solo quedaban nueve días. Nueve jodidos días hasta que Sabrina tuviera que decidir si iba o no a dejarme definitivamente. Aunque no sabía si había una decisión que tomar.Sí, mi vida estaría solucionada si se iba después de haber cumplido los términos del acuerdo, pero empezaba a pensar que eso no sería suficiente. Ni siquiera la custodia compartida. Porque entonces ella no estaría conmigo, no estaríamos juntos, y no la tendría cada noche en mi cama. El niño tendría que dividir su tiempo entre dos personas y… ¿y si aparecía otro hombre en la vida se Sabrina? No podría soportarlo. Ni siquiera podía pensar en ello. Me sentía capaz de matar a todo aquel que mirara a mí mujer po
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28.La mejor de mis armas
Capítulo veintiocho: La mejor de mis armas"Narra Sabrina Spencer"Mientras Fabio me tomaba en brazos para llevarme al dormitorio se me ocurrió que había cambiado de tema a propósito, que estaba reemplazando la promesa de charlas sinceras con sexo.Pero no iba a dejar que esos pensamientos envenenasen el momento. Había elegido la felicidad, había elegido la confianza y me agarraría a eso como me agarraba a él.—Di que eres mía, Sabrina —no supe si aquello era una demanda, o en cambio una súplica—. Dime qué solo yo te hago temblar de esta forma, que no desearás a otro hombre. Di que me perteneces.—Soy tuya, Fabio —alcancé a decir en medio de un gemido lastimero—. Y tú eres mío. Aquí, ahora... —tuve que parar para morderle los labios mientras mis uñas se aferraban a su carne—, nos pertenecemos.En sus brazos no era difícil sentirme satisfecha y segura en el presente.Y confiar en que todo saldría bien al final.A pesar de mi resolución, me encontré abrumada por una grave inquietud dura
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29.El único hombre
Capítulo veintinueve: El único hombre "Narra Fabio Caruso"No sabía exactamente en qué momento había perdido el control de la situación. Si fue cuando vi a Sabrina bajando la escalera con ese vestido que se ajustaba a su cuerpo como un diamante, destacando sus generosos pechos, la estrecha cintura, las redondeadas caderas. O si fue cuando mis ojos se clavaron en sus labios y me la imaginé dejando esa marca roja por toda mi piel.O si había sido mucho antes. Si se había ido colando entre mis dedos como la arena de un reloj desde el momento que llegamos a la isla. La había llevado allí para convencerla, pero mi esposa había puesto mi mundo de cabeza y empezaba a preguntarme quién estaba controlando la situación.Ella dio un paso adelante, rozándome la piel con sus pech0s y enredando las manos en mi cuello para buscar un beso. Lento, apasionado. Yo quería envolverla entre mis brazos, aplastarla contra mi torso y hacerla mía allí mismo, demostrándole que ella no llevaba el control. Sin e
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30.Mi culpa
Capítulo treinta: Mi culpa"Narra Sabrina Spencer"Fabio me besó la parte interior de los muslos antes de incorporarse para tumbarme de espaldas en el sofá y colocarse sobre mí. —Te necesito —gimió entonces, besándome con pasión a la vez que se hundía en mi interior.Yo grité, arqueando la espalda hacia él, empujando mis pech0s contra su torso. Recibía cada embestida, cada beso, cada gemido de placer, con uno mío de igual potencia.Mis músculos internos se cerraron alrededor de su masculinidad en un último orgasmo, provocando el suyo de forma irresistible. No pude hacer más que someterme a él, al placer salvaje que me sacudía hasta dejarme completa y totalmente derrotada.Cuando la neblina de placer se disipó, me di cuenta de dónde estaba. Desnuda, vulnerable en mi totalidad, aprisionada por la hombre que estaba sobre mí, envolviéndome con su cuerpo hasta hacerse parte del mío propio. Mi hombre, mi marido.No tenía muros ni defensas. Y eso estaba bien, no me sentía débil, sino todo l
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31.Demasiado poco, demasiado tarde
Capítulo treinta y uno: Demasiado poco, demasiado tarde Encendí la luz y miré el rostro de mi mujer. Sabrina tenía los ojos apagados, la piel pálida como la de un fantasma. Nunca la había visto así y se me ocurrió que tal vez también ella estaba en peligro. —¿Has sangrado mucho? —Creo que sí, no es normal. —¿Cómo te encuentras? Tuve la impresión de que quiso decir algo, pero no llegó a responder. Su cuerpo temblaba como una hoja. Se veía aterrada.—¿Crees que has perdido mucha sangre? —Yo continúe con la ronda de preguntas, al mismo tiempo que me movía de un lado para otro, coordinando lo que debía hacer.—Demasiada para una mujer embarazada. —Tengo que llamar a alguien —murmuré. En ese momento tenía la mente en blanco y no sabía a quién llamar. ¿Por qué no podía pensar? Era famoso por mostrarme frío bajo presión… Sin embargo, de repente me veía abrumado por un absoluto terror. Un helicóptero. Necesitaban un helicóptero. Tratando de salir de mi aturdimiento, tomé el teléfono pa
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32.El mundo sobre mi cabeza
Capítulo treinta y dos: El mundo sobre mi cabeza "Narra Sabrina Spencer"Me sentía nuy débil y a mi alrededor nada dejaba de dar vueltas. Llevaba un par de horas en el hospital, esperando los resultados de las pruebas. Me habían hecho una ecografía, pero aún no podían decirme nada. Tenía que esperar al médico y también el resultado del análisis de sangre. Fabio no se había sentado desde que habíamos llegado. Quería creer que era debido a su preocupación por mí, pero después de cómo se había distanciado esas últimas noches tenía serias dudas y una abrumadora desolación parecía arrastrarme. En ese momento se abrió la puerta y el médico entró en la habitación. —Señor y señora Caruso, siento mucho verlos en un momento tan doloroso. Un gemido llenó la habitación y poco después me di cuenta de que había salido de mis labios. Si el médico decía que era un momento doloroso era porque no tenía buenas noticias para mí. Ni para mi bebé. —Señora, no pierda la fe —esta vez el doctor se dirig
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33.Mi verdadero anhelo
Capítulo treinta y tres: Mi verdadero anhelo "Narra Sabrina Spencer"Fabio y yo habíamos tenido unos doce días, sin embargo, ahora estábamos de vuelta en la realidad, enfrentándonos a un futuro incierto, a la posibilidad de un dolor que yo no sabría si podría soportar, ni mucho menos superar.No era justo. Por fin había encontrado valor para dejar a Fabio y justo entonces me quedaba embarazada. Y luego, después de esforzarme por establecer una conexión con él, por arreglar mi matrimonio, podría perder a mi hijo. ¿Para qué servía nada de lo que hacía? Me aparté de mi marido y me metí en la cama, dándole la espalda. —¿Te encuentras bien? —No —respondí—. No estoy bien. Esto es un error, todo es un error. —Lo sé. —No como lo sé yo —repliqué, mostrándome petulante e injusta. Porque era mi traicionero cuerpo el que estaba soportando la incertidumbre y el dolor. Porque era a mí a quien le importaba tanto que había tenido que marcharme, porque era yo quien amaba a un hombre que no me
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34.No voy a quedarme esperando
Capítulo treinta y cuatro: No voy a quedarme esperando "Narra Fabio Caruso"Sabrina ya había caído en el sueño hacía horas, sin embargo, yo no podía dormir, de modo que fui a mi despacho a trabajar un rato y cuando me di cuenta de que ya había amanecido me dirigí a la cocina para desayunar. Me quedé sorprendido al ver a Sabrina sentada a la mesa, con una taza de té en la mano. Tenía un aspecto impecable, en su estilo habitual, con un vestido blanco, un collar de perlas de una sola vuelta y el cabello rubio recogido en un moño. La única indicación de que no había dormido eran las bolsas bajo los ojos. —¿Te encuentras bien? —le pregunté, sentándome a su lado. —Sigo embarazada, si eso es lo que quieres saber. —Sí, eso es lo que quería saber —respondí. Pero no era cierto. Quería saber cómo se sentía de verdad, qué podía hacer para ayudarla, quería preguntar si le había hecho daño, pero no podía hacerlo. —Ahora que hemos dejado eso claro, hay algo que debemos discutir. —Me gustaría to
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