Diría que me dolía ser vendida, sin embargo una parte de mí no se sentía del todo en disgustada, un matrimonio por conveniencia no era lo ideal, sin embargo mi futuro esposo era un hombre apuesto y divertido, quizás no sería tan desagradable la idea de compartir la vida con él, a quien engaño, si tan solo mi piel no latiera por otro de seguro podría enamorarme de él, sin embargo no es posible, mi cuerpo le pertenecía a otro al igual que lo hacía mi corazón. Vladimir está tan clavado dentro de mi que nubla mis sentimientos, lo deseo tan ferozmente, lo dejarías todo por él sin parpadear. —Anna—Vladimir estaba detrás de mí, viéndome con el vestido de novia. —Es tarde—suspiré cabizbaja, el me tomó por la cintura, girandome para mirarlo a esos ojos que tanto me deleitaban. —Me quiero ir al infierno—respiró contra mi cuello, sin más preámbulo, me empujó contra la cama,—eres mía, por siempre—le escuché decir. En ese momento pensé que desgarraria el vestido y me haría suya, pero no fue
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