El móvil de Liam comenzó a sonar insistentemente mientras Mary procuraba hacer su trabajo sin mucho éxito. Liam se encontraba disperso, muy lejos de allí y sus intentos por excitarlo eran completamente inútiles.—Para —dijo Liam, apagando su móvil, después de rechazar por quinta vez la llamada de Denise—. No puedo. —Suspiró, cerrando los ojos y sintiendo como su cabeza le daba vueltas, para, a continuación, tomar la segunda botella de whisky de aquel día y darle un largo trago.—Deberías dejar de beber —opinó Mary, colocándose de costado junto a él, con una mano debajo de su cabeza, mientras lo observaba empinar la botella.—¿Tú crees que es por eso que no he podido? —preguntó, dejándose mecer por el bamboleo de su cabeza.—Liam, créeme —dijo, en un suspiro—, a ti lo que te sucede es otra cosa.—¿Estoy viejo? —cuestionó, alzando una ceja con una media sonrisa, sintiendo como sus ojos comenzaban a cerrársele producto de la borrachera.—No hablo del sexo.—Entonces, sé clara, ¿de qué ha
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