NinaLos ojos de Enzo se abrieron de par en par, un destello de algo que parecía esperanza los iluminó mientras procesaba mis palabras. Antes incluso de anunciar mi decisión, pareció darse cuenta de lo que estaba a punto de decir."¿Quieres quedarte con el bebé?", soltó."Sí", exhalé con una leve risita, con los ojos clavados en los suyos. "Quiero quedarme con el bebé".Por un momento, Enzo se quedó callado, con la mandíbula abierta mientras me miraba con incredulidad. Pero entonces, una segundo después, me levantó del suelo, literalmente."Nina, ¡estoy tan feliz!", sonrió.Me dio una vuelta mareante y alegre que borró los bordes de nuestra sala convirtiéndolos en un tapiz de colores y formas. Se me revolvió el estómago con una nauseabunda emoción, mezcla de amor, alegría y una pizca de náuseas matutinas."Enzo", me reí, agarrándolo por los hombros, "bájame antes de que te vomite encima".Se detuvo a medio giro y su expresión de euforia se transformó en preocupación. "Oh, Dios,
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