Comenzó a llover justo después de que Marina estacionó el coche frente a la casa. Estaba empapada enseguida al poner un pie en la casa, pero eso no impidió que Valentina corriera a abrazarla.Observó a la niña detenidamente, examinando cada rasguño en su suave piel, y luego comenzó a llorar.— ¡Gracias a Dios! Estás viva —alzó la mirada y sonrió, un sorprendente cambio en su rostro—. Ya que estás bien, puedes volver a ver tu dibujo animado favorito mientras hablo con tu madre.Valentina soltó una risita y, mirándola por última vez, salió corriendo de vuelta a la sala.Marina se puso de pie, aún más angustiada que cuando había entrado en la casa minutos antes, y miró a Ashley mientras comenzaba a hablar:— Le dije que tuviera cuidado —la intensidad de la lluvia aumentaba afuera—. Cuántas veces le advertí que estuviera atenta. Dios mío, imaginar que Valentina podría haber sufrido algo peor.— La culpa no fue de la niñera —Ashley la miraba con calma—. Está todo bien ahora. Todo fue solo u
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