Al final, resulta que sí se tienen que preocupar por la parte comercial del show. Babett baja por un momento, dejando a las cinco chefs en un silencio incómodo con Julien Marchand, que no parece preocuparse por las miradas indiscretas de las mujeres, y regresa con un equipo de trabajo que hace que la sala, de repente, se sienta muy pequeña. Son casi diez personas, vestidos todos con atuendos formales, que arremeten en el lugar. Algunos llevan audífonos grandes por donde ocasionalmente gritan y otros cargan con bolsas de las que sacan equipos de iluminación. Tres de ellos se dirigen a las cámaras del lugar y, con ayuda de una escalera, parecen iniciar a configurarlas. La joven asistenta presenta a todo el mundo, pero Sophie no es capaz de recordar los nombres de ninguno y pronto las chefs se ven atrapadas en un remolino de actividad. Primero, un hombre que parece ser el encargado de vestuario les pide a las mujeres que se cambien con los recién dados uniformes. Sophie y las demás se
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