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Todos los capítulos de Ananké. La fuerza del destino: Capítulo 81 - Capítulo 82
82 chapters
81. Lloramos por ustedes
El viento me golpea el rostro con ráfagas frías y saladas pero apenas lo siento. Todo mi cuerpo está relajado, pero siento una tristeza que me ancla a este pedazo de arena. El fuego que arde en el centro de nuestra pequeña reunión proyecta sombras que danzan en los rostros de los demás. Jesan está a mi derecha, con la mirada clavada en las llamas. Seth está más allá, en silencio y Jesabel sostiene una foto de Amal y Analí entre sus manos. Jesabel se mueve y se arrodilla frente al fuego. Coloca la foto sobre la arena, junto a una pequeña caja de madera decorada con símbolos tallados a mano. No sé qué hay dentro, pero su significado pesa en el aire. —Esta noche —dice Jesabel con voz serena—, honramos a Amal y Analí. Seth asiente, pero no dice nada. Jesan se aprieta a mi costado. Yo me obligo a seguir escuchando. —Ellas fueron luz. Fuerza. Amor. Y aunque su ausencia duele, esta noche no venimos a lamentarnos… sino a recordarlas. Cierro los ojos. Recordarla. Analí. Respiro
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82. La fuerza del destino
Cierro los ojos un instante y cuando los abro, la luz a nuestro alrededor cambia. Un resplandor dorado nos envuelve y frente a nosotros aparecen dos figuras que jamás olvidaré: Amal y Analí. Mi respiración se detiene. Verlas ahí, sonriendo, tan llenas de paz, me hace sentir un nudo en la garganta. No puedo hablar, no puedo moverme. El viento sopla entre los árboles, jugando con mi cabello mientras sostengo la mano de Logan. Siento su calor, siento su presencia firme a mi lado. —No se queden atrapados en el pasado —dice Amal, con esa voz que aún resuena en mis recuerdos—. Nuestra historia terminó para que la suya pudiera continuar. - —No vivan con remordimientos —susurra Analí, mirándome con dulzura—. La felicidad no es una traición. Es el destino que siempre les perteneció. - Aprieto la mano de Logan con más fuerza. Sé que él siente lo mismo que yo: el miedo a seguir adelante, el dolor de aceptar que podemos ser felices sin ellas. Pero ahí están, diciéndonos que está bien.
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