XXXIX. Sí, acepto
No tengo idea de cuanto tiempo llevo durmiendo, pero supongo que casi todo el día, o al menos así se siente. Estiro mi perezoso cuerpo y la molestia que siento en mis nalgas, entre mis muslos y en las muñecas, me recuerdan de golpe, todo lo que sucedió en esta misma cama con Ethan Wilde, no hace mucho tiempo. Así que me siento de repente y paso mi mirada por la habitación, pero está vacía, sin rastro de Ethan. Mi mente adormilada ya está más que despierta y me pongo a analizar qué c@rajos voy a hacer ahora. Sigo con el mismo camisón, pero es obvio que no con las mismas bragas. Además, a pesar de las molestias, hay como un medicamento refrescante en las partes magulladas, así que sospecho, que por eso, no duelen a morir. Examino entre mis muslos y están completamente rojos y las nalgas no deben estar mucho mejor. En mis caderas aun las huellas de las manos de Ethan. Pero creo que si esas partes de mi cuerpo, pudiesen hablar, dirían que están satisfechas con el deber cumplido y recu
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