Alessia no necesita ser adivina para saber que esa mujer le provoca de todo a Amaro, aunque nada bueno. —Bella, ¿qué haces aquí? —le pregunta Vittorio notablemente incómodo—. No recuerdo haberte enviado invitación. —No fue necesario, siempre hay alguien que sabe hacer favores —dice ella muy relajada, como si eso fuera normal—. Nos volvemos a encontrar, novia de Amaro. —Así veo, ahora entiendo el por qué de su sorpresa, después de todo ya lo conoce y no en los mejores términos. —¡En eso te equivocas! Amaro y yo nos conocemos muy íntimamente, ¿verdad, prometido? Alessia abre mucho los ojos y antes de que cualquiera pueda decir o hacer nada, ella ya ha dejado la servilleta en la mesa y camina a la salida sin mirar atrás. —Es mejor que de la misma manera que llegaste a la ciudad, te largues, porque si te quedas, no tendrás una vida bonita. Tras su advertencia, Amaro sale tras Alessia, mientras que Vanella la toma por el brazo
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