No sabía lo que me iba a encontrar bajando, pero, no podía quedarme a pensar en lo que habría, sintiéndome angustiada por no bajar. Por lo que, con mi arma empuñándola, caminé atenta a cualquier ruido o movimiento. Aunque sé que vine a esto, no puedo evitar preocuparme, después de todo, no soy solo yo enfrentándome a lo desconocido, si no, yo teniendo a mis hijos en mi vientre, enfrentándome a lo desconocido. Respiro profundo, intentando calmar mi miedo. Ese que hace moverse una y otra vez a mis bebés, en especial, a mi bebé más inquieto, el bebé a mi izquierda. Realizo respiraciones profundas deseando calmarme y es solo cuando estoy más calmada que me muevo. Sin embargo, el ruido de unos pasos moviéndose rápido, hacen que apunten rumbo a la dirección de donde vine. Con mi corazón latiendo en mis oídos, apunto hacia el lugar donde Carlos levanta sus manos al ver que le estoy apuntando.— Soy yo, tranquila. — dice y yo bajo mi arma.— Me diste un susto de muerte.— Entonces estamos
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