DAVIDLa oscuridad se convirtió en mi refugio, el alcohol en mi mejor amigo, pero el sexo, joder, ese es mi anestésico favorito.Empujo sin piedad contra la ardiente pelirroja, sonriendo ante sus lujuriosos gemidos y enganchando mi mano en su cabello, tirando hasta que está de rodillas, presionando su espalda contra mi pecho. Muerdo su hombro, cuello y mejilla. Ella empuja hacia atrás y yo gruño, disfrutando de sus travesuras.La mujer es experimentada, sabe exactamente lo que le gusta a un hombre en la cama y eso me agrada.— ¿No vas a decirme tu nombre?—Dice seductoramente, mirándome a través del espejo de la pared. Estamos en la habitación de un motel, encerrados durante casi tres horas, y la mujer cree que ya tenemos intimidad. Deslizo mi dedo por su vientre hasta llegar a su coño, acariciando su clítoris mientras empujo cada centímetro de mi polla dentro de ella.— Mi nombre no importa ahora, hermosa. Estás tomando mi polla en tu apretado coño y lo estás disfrutando. ella gime en
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