MALVADO SENÕR BRAGANÇA
MALVADO SENÕR BRAGANÇA
Por: CANLI
Prólogo

Nelly

15 anos.

Mi estómago está hecho nudos, mis manos sudandeEsEstoy fallando en no llorar en público. Este es mi primer día de escuela secundaria ytraté de serdiferente a otros años, pero yo era ingenuoy estoy pagando por mi error. Los ojos ávidos de mis compañeros recorren la habitación hacia mí, están siendo sutiles, cuidándose de camuflar la mezquindad y los prejuicios en sus miradas y expresiones, sin embargo, vacila al no molestarse en disimular las risitas y los susurros.

Puedo escuchar cada pequeña broma.

Mamá tenía razón cuando dijo que mi cabello sería solo otro matón, debería haberla escuchado cuando dijo que ser gorda ya era suficientemente malo, que tenía que cooperar o la gente tendría motivos para reírse de mí. Lo pinté de rosa en un intento de lucir diferente, genial, pero me siento como un bicho raro.

Me deslizo más en mi asiento, tratando de esconderme de las miradas burlonas. Mantengo la cabeza baja, evitando el contacto directo con cualquiera de ellos porque es más seguro de esa manera. Contengo las ganas de levantarme y correr, pero no puedo desfallecer justo a principios de año, mi experiencia me ha enseñado que acciones como esta solo empeoran la situación.

Así que me lo trago todo en silencio.

Escuché que la escuela secundaria fue horrible por muchas razones, pero pensé que vivir con niños mayores sería mejor para la madurez, dulce engaño. No siguen riendo y señalando, inventando apodos infantiles, lo hacen mucho peor, te desprecian.

Mira su cabello.—Una chica habla, sin molestarse en camuflar su tono de desagrado.

Alguien se ríe.

Parece la unión de unrinoceronte con ballena.— El comentario mezquino desencadena una serie de carcajadas, lo que hace que me retuerza aún más en mi asiento.

Mis ojos arden para ahuyentar las lágrimas que se forman, pero me niego a llorar.

No voy a llorar.

No voy a llorar.

Creo que ella comióla ballena.—Un chico comenta, provocando otro estallido de risa de los demás y me congelo en mi silla, sintiendo que mi piel arde por la humillación.

Levanto la vista para verlo, está a solo dos asientos de mí, riéndose junto con el pequeño grupo de seis personas. Es alto y moreno, pero no mayor de quince años como yo. Su mirada se mueve hacia mí justo cuando estoy haciendo un análisis detallado de su apariencia, un sonido de sorpresa sale de mi boca cuando los iris plateados me miran intimidantemente, para mi sorpresa él no aparta la mirada de la mía, haciendo que mi corazón se acelere. calurosamente

Edu, ¿me escuchaste?— La chica a tu lado pregunta, atrayendo tu atención hacia ella.

Luego, se desvía, pero no antes de darme una sonrisa de lado, guiñándome un ojo. Parpadeo varias veces seguidas, tratando de darle sentido a lo que acaba de suceder.

¿Hay alguien sentado aqui?— Una voz femenina pregunta, así que miro hacia un lado y veo que se dirige haciaEla mí.

El ojo desconcertado, ella es la primera que ha intercambiado alguna palabra conmigo hasta ahora.

No…— susurré.

Ella sonríe con simpatía, luciendo agradecida, luego sin contemplaciones se sienta a mi lado.

¿Cual es tu nombre?— pregunta, mostrando verdadero interés mientras me mira.

Permanezco en silencio durante unos segundos, tratando de descifrar la razón por la que me habla. Miro su cuerpo delgado, esbelto como a mamá le gustaría que fuera el mío. El cabello color miel es largo y le llega casi hasta la mitad de la cintura, el rostro pequeño y ovalado le da una imagen de nobleza. Ella es demasiado perfecta para hablar conmigo.

Lo siento, déjame presentarme primero, mi nombre es Alice.— Dice, tendiéndome la mano para que la tome.

Frunzo el ceño, aún sin entender su actitud.

Nelly... mi nombre es Nelly.— digo, tomando su mano.

Ella asiente, sonriéndome. Abre la boca para decir algo, pero su atención se dirige hacia la entrada, sus pupilas se dilatan y comienza un estruendo.

Miro en la misma dirección que ella mira y casi me quedo sin aliento cuando lo veo, todo con traje y corbata, parado justo en medio de la puerta.

Parece un dios griego, es tan guapo, sacado directamente de mis libros favoritos.

Buenos días, Clase C. —Su voz sale ronca, aterciopelada y todos se callan para observar. El entras en la gran sala.

Se dirige sin prisas a la única mesa del salón, dejando claro lo que ya imaginamos, es el nuevo profesor de historia que el director informó que llegaría hoy.

Deja su bolso a un lado sobre la mesa de metal sin mucha formalidad, a pesar de que los treinta estudiantes lo están mirando.

Comencemos las presentaciones. Los llamaré por su nombre siguiendo el orden alfabético, por turnos cada uno se presentará y dirá lo que espera de nuestras clases este año.

La pandilla arma un alboroto, dejando escapar pequeños gritos de protesta.

Aquí todos ya se conocen.

Alguien reclama, pero el hombre nos mira irreductiblemente.

Por dentro estoy temblando, odiando tu idea. Siempre he sido malo con las interacciones, la exposición me pone nervioso e inseguro. Soy blanco fácil de los más diversos comentarios prejuiciosos.

Seré el primero.—El hombre habla, dirigiéndose hacia el centro del lugar.

Aprovecho que todos están distraídos y recorro con la mirada a mis compañeros, recorriendo sus perfiles y no me sorprende encontrarme con algunas chicas en la misma situación que yo, atónitas ante la belleza madura del hombre.

Mi nombre es David Bragança, seré el mejor profesor que hayas tenido el placer de conocer.— Sus palabras causan euforia, provocando que aullidos y silbidos se apoderen del ambiente.

Luego, comienzan las presentaciones. Dice nombre por nombre hasta que me toca a mí, la vergüenza me invade cuando su boca dice mi nombre repetidamente por segunda vez y sigo mirándolo en silencio.

Comienzo a hiperventilar, siento las manos frías y la boca seca.

Señorita Piglet, es su turno.— Su voz sale seca y directa pero todavía pensativa y estalla la risa en toda la habitación.

Mis ojos están llorando de nuevo.

El hombre mira al grupo de adolescentes como si fueran habitantes de otro planeta, frunciendo el ceño con indignación y enojo.

Piglet le queda bien.— Carlota, la misma chica que comentó sobre mi cabello antes, vuelve a hablar, riéndose de su propio comentario.

Amenazo con levantarme de la silla, sofocado por el llanto reprimido, pero Alice me toma del hombro, insinuando que no me dejará ir. Miro desesperadamente en su dirección, rogándole que me libere de su agarre, y encuentro sus iris negros como el carbón resentidos, llenos de rabia.

No huyas, eso es todo lo que quieren. — Dice, señalando en dirección al pequeño grupo en el que Eduardo parece ser parte de la cabeza.

No salgo, pero siento que el agua salada inunda mi visión.

¿Te dije un chiste?— El señor. Bragança habla de nuevo, luciendo genuinamente irritado, a pesar de usar un tono frío para hablar.

Poco a poco los estruendos y las risas se disipanmetro, aunque mantengo la cabeza baja para evitar el contacto.

¿Nelly?— La voz aterciopelada pronuncia mi nombre, arrastrando elprimera sílaba demasiado larga.Presiono mis uñas contra mi palma.

No le respondo, insiste una vez más yentoncesme levanta la cara por la barbilla.

¿Puedes presentarte? — Pregunta en voz baja, mirándome detenidamente.

No…— susurro.

Asiente, sin insistir, y regresa a su asiento junto a la mesa.

Bueno, les quiero presentar a la que probablemente será una de mis mejores alumnas, Nelly Álvares Piglet. Tu currículum es impresionante, querida.

Me guiña un ojo mientras pronuncia el final.

Mi pecho se llena de emoción, las alas de mariposa hacen que mi estómago se agite, él me está defendiendo.

¡Él me defendió!

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