No sabía que tan malas pueden ser las personas hasta que me toco ser el blanco de todos mis socios, los que están de mi lado son tan pocos, y tengo miedo incluso de ellos, no confió ni en mi propia sombra porque en la oscuridad hasta ella te abandona.Mi chofer lleva a la asistente a su apartamento y sigue de largo conmigo a la casa, parece vacía, pero sé que están mis hijos dentro, Luis siempre tenía un alboroto, siempre tenía que estar regañándolo, sus travesuras eran la alegría de la casa, ahora me parece enorme y taciturna.— ¿Qué hace usted aquí?— Le pregunto a Albert que está sentado en la sala como todo un señor, inmediatamente se levanta.—Buenas noches señora Morgan, estoy esperando a Ari, para irnos a cenar. — Me dice él un poco nervioso, estoy tan furiosa que tal vez el pague los platos que otro rompió.—No le he dado permiso a Ariadna para salir. — Le respondo cruzándome de brazos.—Entonces comemos aquí, ella está muy mal y se siente sola, usted nunca esta para ella. — Me
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