El sol brillaba intensamente sobre la ciudad cuando Clara despertó aquella mañana. Se sentía inquieta, como si algo en el aire presagiara cambios inminentes. Había pasado la noche dando vueltas en su cama, los pensamientos sobre Andrés y la conexión que estaban desarrollando girando en su mente. A pesar de su determinación de enfrentar sus sentimientos, una sombra de incertidumbre la seguía.La semana había sido un torbellino de emociones. Cada día que pasaba junto a Andrés y Sofía, la conexión entre ellos se hacía más fuerte. Sin embargo, esa misma conexión era lo que la llenaba de ansiedad. Clara sabía que había un límite que no debía cruzar, y ese límite era la realidad de la situación: él era su jefe, un hombre comprometido, y ella era solo la niñera.Esa tarde, mientras cuidaba a Sofía en el parque, Clara sintió cómo su corazón se hundía. Sofía, feliz y despreocupada, jugaba en la arena, construyendo castillos con entusiasmo. Clara la observaba, sonriendo, cuando de repente, vio
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