Jimena estaba completamente aturdida, su rostro pálido se volvía gradualmente oscuro, como si hubiera sido golpeado por rayos, y estos la habían dejado aturdida.—Hermano, ¿qué estás diciendo? ¿Acaso no me reconoces como tu hermana?Rodrigo actuó como si no hubiera escuchado, y solo se preocupaba por Noa en sus brazos, acariciando su espalda temblorosa con sus grandes manos.—No tengas miedo, Rodrigo ha regresado, nadie se atreverá a lastimarte de nuevo.Pero esta vez, Noa no era tan sumisa como solía ser. Su expresión cambió repentinamente, convirtiéndose en un pequeño erizo, resistiéndose a Rodrigo con cada aliento rápido.—No eres mi hermano, eres el hermano de Jimena— Su pequeña y débil mano no dejaba de empujar el pecho firme de Rodrigo, cada empuje era como un piquete agudo en su pecho, causando un dolor agudo. —¡Déjame ir! Quiero volver a casa. Quiero encontrar a mi abuelo, quiero volver a casa.—Noa, por favor, sé buena, entiende— Rodrigo, con sus ojos enrojecidos seguía tercam
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