Las pupilas de Clara temblaron y sintió como si se ahogara.Su mirada se encontró con la de Alejandro, y esta se adentró en lo más profundo de sus ojos, tan hermosos como cristales en llamas.El hombre duro y fuerte se vio alterado, a punto de rendirse ante el calor.Luego, Clara rio. Se mostró distante, como si nunca se hubieran conocido.―Resulta que el señor Hernández ha llegado aquí tan furioso para vengarse de su esposita. Después de soportar su ira durante tanto tiempo, parece que estás a punto de explotar si no te desahogas conmigo.Alejandro, buen trabajo.No te ruego que me recuerdes después de tres años, pero ¿cómo te atreves a insultarme una y otra vez con esas palabras?Y, además, ya no tienes nada que ver conmigo.O mejor dicho, nunca me permitiste tener una relación contigo. Siempre estuve al margen de tu vida, esperando que me incluyeras. Pero en lugar de eso, me rechazaste con crueldad.¿Por eso debo ser humilde ante ti? ¡Es completamente irrazonable!―¡Qué pe
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