Una semana después, Ema finalmente salió de la fiscalía, desaliñada y con una apariencia lamentable. Sin los lujosos productos de maquillaje con los que siempre se ataviaba, su rostro tenía un aspecto oscuro y marchito, como si hubiera envejecido diez años de repente, con algunas canas que asomaban en su cabello.Evitando a los periodistas que se agolpaban al frente, no se atrevió a regresar a casa en ese estado lamentable, temerosa de que Enrique la viera y su cuidada imagen se derrumbara. Así que, en cambio, Leona la acompañó a un centro comercial para darse un spa, ponerse ropa nueva, quitarse las canas y maquillarse para lucir mejor antes de salir a enfrentar a la gente.—No vamos a casa por ahora, vamos a ver a Beatriz—dijo Ema mientras arreglaba su cabello frente al espejo, su mirada era sombría, —después de todo, ella es mi sobrina, no puedo simplemente ignorarla cuando ha puesto en juego su vida. Debo mostrar mi actitud compasiva, amable y bondadosa frente a tu padre.—¡Mamá! ¡
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