—Señorita ya se ha ido a dormir, Señor Pérez, mire...—Aarón, ¿Ahora te estás confabulando con ella para así poder engañarme? Si que estás empezando a tener mucho coraje, ¿verdad?Diego rara vez se enojaba, pero cuando lo hacía, su enojo era imponente. —Te lo diré una vez más, haz que Clara conteste el teléfono, ¡En caso contrario después del amanecer ya no serás el secretario de la señorita!El corazón de Clara latía como un tambor, verdaderamente asustada, tomó el teléfono y lo acercó a su oído. Con una voz dulce y coqueta, dijo, —hermano mayor...Diego inhaló profundamente, parecía contener alguna emoción abrumadora, y dijo con voz ronca, —Clara, sal, tengo algo que preguntarte....Con el corazón lleno de ansiedad, Clara salió por la puerta principal de la villa. Bajo la tenue luz de las lámparas de la calle, Diego se paraba frente a un Aston Martin negro con expresión imperturbable. Su traje gris meticulosamente elegante irradiaba una sensación de severidad, y bajo la luz de las
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