41. Cada vez era más fuerte el deseo
Selene se sentía totalmente nublada por la pasión que destilaba de los labios del rey y que parecía ahogarla en una bruma de deseo. Su cuerpo ardía ante cada roce, pero era como si quisiera quemarse en ese infierno especial, pues quería mucho más. Sin embargo, un sonido lejano la trajo de vuelta a la realidad, la forma en la que un chorro abundante de agua caía, le recordó su petición previamente hecha en el carruaje y se alejó de su prometido con la respiración agitada y las mejillas encendidas. —Lo siento, Mi Lady —se disculpó Frederick al ver que se había dejado llevar por la pasión que Selene despertaba en su interior —. Prometí respetarla y esto no puede pasar —dijo, pero Selene no refutó, aunque tampoco le dio la razón, pues para llegar a un momento como ese, los dos habían sido partícipes activos, por lo que, ambos eran culpables, pero ella no se sentía mal por el beso, sino por la disculpa del rey. —Su Majestad, será mejor que vaya a mi recámara a arreglarme. Llegué agotada
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