Después de que la tienda cerrara, las cosas aquí en casa se han puesto cada vez más difíciles, la jubilación de mi madre apenas alcanza para sus medicinas y me ayuda a pagar el alquiler de la casa. Camino todo el día en busca de una oportunidad y cierto día, conseguí un trabajo que me pagaba por noches en un buffet, lo que me pagaban no era mucho, pero daba para ayudar. Lo malo es que el dueño vino queriendo tocarme, así que rechacé sus embestidas, él me mandó lejos y encima, ha dificultado para que yo consiga otra oportunidad en bufés semejantes. Ana Claudia es mi mejor amiga, somos vecinas y ella acompaña mi batalla diaria. — Te lo he dicho muchas veces, Lana, lo estás pasando mal porque quieres. — Por favor, no digas eso. Mi madre luchó tanto para cuidarme, siento mucho verla pasar por privaciones. — Respondí, sentándome en el sofá y pintando la uña del pie. — ¡Entonces no lo permitas! Eres hermosa, vas a ganar mucho dinero mostrando el cuerpo como lo hago. — No tengo el valor
Leer más