Arvid Desde la ventanilla del auto la observaba embelesado, estaba sentada en una de los viejos bancos del parque de aquel pueblecito al que su madre la había arrastrado, con un libro en su mano y con la otra descansaba su barbilla. Quería conocerla, quería saber cómo era su vida en aquella casa, si la trataban bien, quería saber todo de ella y mucho más, quería sacarla de ese pueblo de mierda. Ella estaba destinada a la grandeza, no a esto. Si bien con su madre terminamos mal, eso no le daba el derecho de ocultármelo, de llevarla al lugar más remoto del mundo y fingir que esa niña no llevaba mi sangre. Desde que vi su fotografía no dudé ni un segundo que no fuera mía, tenía algunos de mis rasgos, ni siquiera necesitaba una prueba de paternidad para que me confirmara lo que ya sabía.Decidido, abrí la puerta del auto y bajé, caminé con paso decidido acercándome a ella que se despedía de su grupo de amigos con una amabilidad muy característica de su madre. Los nervios comenzaron a ap
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