—Oye,¿qué estás haciendo?— Gritó Lucía, corrió y se paró delante de su esposo para protegerlo inmediatamente.—No he hecho nada.— El hombre dice con desdén,— Te aconsejo que preguntes a su marido detalladamente cómo me servía antes... Je, hasta me sirvió como un cenicero con sus palmas cuando fumé.—Tú...—¿Hermosa, acaso crees que te casaste con un hombre excelente?— El hombre la miró a Lucía de arriba abajo, lo que le hice sentirse muy incómodo.—Je, un canalla más humilde que es menospreciado por otros incluso en prisión, ¿cómo lo consideras precioso?— El hombre se burló, —Jorge, ¡qué buena suerte tienes para obtener tanta mujer!—¿Te satisface lo que dices?—Lucía gritó, sin ningún miedo,—no me importa nada quién seas, aquí, en el lugar público, si continúas ofendiendo a mi amor, ¡llamaré a la guardia!—Jorge,— el hombre dijo con vista aguda,—¡por qué sigue siendo tan inútil que necesitas el cobijo de una mujer!—¿Qué... qué pasó?—Álvaro acudió sudando y los miró con confusión.La p
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