Unos segundos de rotundo silencio, él vuelve hacer lo mismo y su mirada viaja de arriba hacia abajo. Me incomoda su mirada.—Ja, ja, ja, ja... No me hagas reír, ¿crees que dejaría que una basura como tú suba a mi escenario? ¿Estás segura de que mis clientes no se irán en el momento cuando te vean?, solo mírate, eres un pelagatos y nadie te daría la oportunidad de que dijeras una sola vocal.Cuando estaba a punto de convencerlo aparecieron varios hombres rodeándonos, el miedo vino a mi camino. Y él no dudó un segundo en burlarse de mí delante de ellos, cuestionando mi persona y mi vestimenta, dado que para ellos soy una mendiga vulgar que no merece ser la atención de más de cien hombres.—Anni —mi mirada se desvía a esa voz—, lo siento jefe, ella…No, ella parece en el momento menos inoportuno, ahora el jefe la agarrará con pelirroja y eso no le conviene. No quiero que la despidan.—Eh, lo siento, ya voy a ayudarte con las cajas, es que le estaba proponiendo al jefe ser esa bacante que
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