Capítulo 27. |Conversación incómoda|
Irina detuvo el auto frente aquella casa de descanso a las afueras de la ciudad de New York, bajó, y con furia, cerró la puerta de golpe de su Lamborghini, Horacio bajó las escaleras trotando con una gran sonrisa en sus labios, al ver a Irina que estaba furiosa, la borró de inmediato. ―¿Qué pasa? ¿Quién ha hecho enojar a mi conejita?―dijo Horacio acercándose a ella, Irina le lanzó una mirada de odio. ―Max lo sabe. ―solo esas tres palabras hicieron que Horacio palideciera por completo, alzó sus cejas y se pasó una mano por su cabello.―¿Cómo es que se ha enterado?―preguntó de inmediato quedando frente a ella, Irina se recargó contra la puerta del auto, se cubrió el rostro con sus dos manos y comenzó a llorar. ―Tranquila, tranquila, conejita, si quieres que yo vaya a hablar y decirle que yo fui quien te sedujo o algo así, tendrás tu boda del siglo, ―él acarició sus brazos e intentó consolarla, pero era lo menos que quería hacer Horacio, la quería para él y no para Max, pero estaba tan
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