Sin lugar a dudas, la señora Isabella es una mujer sabía, la universidad de la vida le ha enseñado a ser prudente, a callar cuando no se le pregunta y a hablar cuando es necesario hacerlo, en este caso ella tenía que hablar y lo hizo, sus palabras quedaron marcadas en mi corazón, sobre todo en mi cabeza. Después de dormir a mi pedacito de cielo, decido llamar a mi amiga, más que una amiga es mi hermana, su número de teléfono me lo sé de memoria, marco su número, los dedos me tiemblan, después de tanto tiempo voy a escuchar la voz de mi amiga, espero la llamada y me quedo callada, sin saber qué decir, cuando escucho su voz. —Buenas, ¿con quién hablo? —Buenas, amiga soy yo. —¿Quién es, Fernanda? —Si amiga, soy yo, tu amiga Fernanda Brenda no puede seguir hablando, me doy cuenta en ese momento que está llorando. —Brenda, ¿me escuchas? —Si amiga te escucho, perdona es que no me pude contener, pero dime, háblame, cuéntame, quiero saber todo sob
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