Yeni se ha quedado helada con esa confesión que le hizo su esposo, aunque en su mente se repite que eso es una maldita broma.— ¡Oh por Dios, Alberto, como dices eso! —dijo la chica indignada.— Así sucedió, mi amor. Ellos me obligaron a tomar el arma que ellos tenían y me exigieron que disparara, yo les dije que no, que jamás en mi vida asesinaría a mi propia sangre.Entonces ellos me hirieron el abdomen con un cuchillo y yo caí al suelo desangrándome.— ¿Entonces, esa cicatriz que tienes fue producto de ese incidente, y no de una caída como tú me lo has dicho?— Exactamente, y por eso es que cuando tú me preguntaste la primera vez que me viste desnudo, que como me la había hecho, yo solo te besé y te mentí al decir que me caí por andar haciendo piques en las carreras clandestinas con la motocicleta.— Ahora entiendo, pero… mejor sigue contándome y desahógate todo lo que quieras en este momento.— Gracias mi amor.Bueno, siguiendo con la historia, como yo no le quise disparar, entonc
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