10 años después.—Mamá, no encuentro mi gorra —gritó Levi desde su habitación.—Está en el segundo cajón a la izquierda —clamó Ángela desde la cocina.—No puedo oírte, mamá —gritó desde su habitación.—¡Estás acabado si lo encuentro para ti! —ella gritó mientras amasaba la masa.—Ve, ayúdalo. Yo me ocuparé de esto —dijo Daphne mientras Ángela le dedicaba una sonrisa de agradecimiento, se lavaba las manos y se apresuraba a ir a la habitación de su hijo.Ángela entró sólo para jadear cuando encontró su habitación al revés. No sólo hizo eso.—Levi, ¿qué has hecho? —ella estaba al límite cuando el pequeño diablo se encogió de hombros.—Te dije que no podía encontrarlo —dijo con un puchero mirando a su madre.—¿Cuántos años tiene? —preguntó, golpeando pacientemente el suelo con el pie y los brazos cruzados sobre el pecho.—Ocho.—¿Por qué tu habitación parece la de un niño de cinco años?—¿Me estás insultando indirectamente, mamá?Ella entrecerró los ojos hacia él. Ángela pisoteó el armari
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