Vi a Rata, tomarlo por el cabello, lo arrastró hasta llegar al salón grande.—Esto es por haber matado a mi madre.Le propinó un fuerte puño en la cara, puedo jurar que debió de partirle un diente, lo dejó en el piso, ahora fue el turno de Rasca culo, a ese hombre le pesa la mano y el impacto fue en un ojo. —El grito del pirobito se escuchó a kilómetros. El turno ahora fue de Arnold, este le torció la muñeca, cada uno de ellos le dieron un golpe, luego lo amordazaron.—Ese pirobo se viene con ustedes, lo veré en el aeropuerto. —dije—. Amontonen a todos en un solo lado, esperen a que llegue Miguel y de ahora en adelante me encargo yo.—Enterado.La voz de Rata era de dolor, me imagino como les debió de quedar el pecho con los morados que deja el impacto de las balas, no nos matan, pero nos dejan como un mapamundi. —tomé mi celular, llamé primero a González, ya Miguel debe de estar entregándole a su familia, contestó en la primera timbrada.—Gracias, gracias, mil veces gracias.—No fue
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