Capítulo 30. La trampa.
De pronto la mujer se dio cuenta de la expresión inescrutable de Julián, parecía como si su rostro hubiera sido esculpido en piedra, la enfermera cerró la boca palideciendo en el acto.Julián estaba petrificado, no podía creer lo que estaba escuchando. —Por favor no deje de hablar, siga explicándome el proceso, creo que ha pasado tanto tiempo que no recuerdo —dijo esbozando una media sonrisa, para darle confianza a la enfermera.—Si claro, son más de cuatro años, eso suele pasar, pero no se preocupe, que todo va a salir bien.La enfermera continuó hablando sobre la fertilización in vitro y explicándole el procedimiento y los riesgos. Julián, aún conmocionado, consiguió reunir la suficiente fuerza para preguntar por Elisa. —¿Mi esposa ha llegado? —No, aún no, pero ya el doctor está esperando, puede pasar al final del pasillo, está en su consultorio —contestó la enfermera con amabilidad.—Muchas gracias, entraré, con su permiso —dijo atentamente.Julián cruzó la mirada con el médico
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