Cuando el amor zarpa. Capt LXXXII.Había pasado un mes desde el naufragio del crucero y Novalee había aprovechado ese tiempo para establecerse en el rancho Farris. Estaba restaurando todo y también había vuelto a la promoción y venta de su negocio. Los días eran tranquilos, pero atareados. En las noches, tanto Arthur como ella, caían muertos de sueño en sus camas, para volver a repetir todo al día siguiente desde la madrugada.Wayne, se había vuelto un buen amigo confiable que iba bastante seguido al rancho, al menos iba los días que tenía libres y eso le daba confianza a Novalee, que poco a poco había ido organizando sus tareas diarias y la atención de su hijo, sin dejar de lado la supervisión de la obra de reconstrucción.—¡Hoy, el desayuno está mejor que nunca! — Dijo Hugh ——¡Sí! ¡Este desayuno está muy bueno, señora Santeliz! — Dijo Phill —Novalee levantó la vista de su plato. Hasta ese momento había estado muy concentrada en organizar en su mente las tareas que debía hacer dura
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