Yo, Harvey Norton, tenía todo lo que un hombre podía desear: salud y éxito, podía tener a cualquier mujer que queria.¿Pero ahora? Aquí estaba, hecho un jodido lío por culpa de una desagradable mujer que ni siquiera deseaba. Bueno, la deseaba, pero no en el sentido de... Dios, no podía seguir pensando en eso. Una llamada en la puerta interrumpió mis insanos pensamientos.—Pase —gruñí irritado. Era obvio que ella todavía me cabreaba, lo supe cuando entró y fue derecho a mi mesa, dejando el café sobre ella.Se giró y me miró fijamente, haciéndome estremecer.—¿Vamos a planificar la agenda esta mañana, señor Norton? Estaba de pie junto a mi mesa, mientras la bañaba la luz del sol. Las sombras cubrían todo su cuerpo, acentuando su escote. ¿Hacía frío aquí dentro? ¿Cómo podía hacer frío si yo estaba sudando a chorros? Solo pensar en cómo eran sus pechos desnudos, me la puso dura. Joder, tenía que salir corriendo de aquí.—No, olvidé que tenía una reunión abajo esta tarde, así que me
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