—¿Qué estás cantando?— me pregunta él, susurrando a mi oído, abrazándome desde atrás, por sorpresa, mientras yo sonrío. Estoy preparando el desayuno y debo haber comenzado a cantar muy bajito, pero él parece estado inusualmente atento a mí. Me encanta que haga esto, no puedo empezar a explicar cuánto me gusta. —Ummm creo que es una canción vieja, no recuerdo muy bien el nombre. Habla sobre una pareja y uno de ellos tiene mucho miedo, porque hace tiempo que estaba solo, y de alguna manera eso impide que la relación continúe, y se refiere a que tienen que avanzar— le explico intentando recordar la letra completa. —¿Cómo por ejemplo? Canta para mí…— pregunta a él, y la punta de su nariz roza suavemente mi cuelo, desde la base hasta detrás de mi oreja, mientras va dejando suaves besos, literalmente, sutiles roces. Son deliciosos. —Canto muy mal— digo entre risas, como diría la mayoría de las personas, ¿para qué demonios estaba cantando? —Por favor... compláceme— dice de una forma end
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