En ese mismo día, pero, en otro sitio totalmente diferente, Esteban estaba sosteniendo un juego de llaves en mis manos, quizás jugando con ese objeto hasta que se dio cuenta de que hora ir al cuarto secreto que estaba en el fondo de su casa. Sin dudarlo esta vez, se levantó para ir a la habitación donde iba a meditar sus planes, porque lo consideraba su único lugar seguro. Justo cuando Alba iba para su almuerzo, le faltaba comprar un jugo, no obstante, en la cafetería de la empresa estaba vacía, por eso estaba en la calle contando las horas de su reloj para llegar a tiempo. Volvió a tropezar con una muchacha, viendo que esta vez se trataba de la misma persona que había encontrado la otra vez. —¿Eres tú? ¿Cómo te llamas?—le dijo Alba mientras que tenía la cartera en su mano, pero, esa chica salió huyendo como si nada hubiera ocurrido. Para Orquídea, encontrarse de esta manera con la humana, significaba una mala señal porque se suponía que no debía encontrarse otra vez en su camino
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