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Todos los capítulos de MI EX LA BILLONARIA: Capítulo 51 - Capítulo 54
54 chapters
51. LA PERSECUCIÓN
La noche ha comenzado.En el firmamento, la luna y las estrellas han sido tapadas por las gigantescas nubes grises que colman el cielo. La carretera esta envuelta en tinieblas y en medio de ella va Cristine. La peliroja maneja con los nervios a flor de piel mientras un frío sepulcral recorre todo su cuerpo.En la cajuela de su auto rojo yace Alexa, atada e inconsciente, aunque no por mucho.Cristine salió tan rápido del pueblo que olvido por completo llenar el tanque de gasolina y ahora el auto se está quedando sin ella.— No, no, no ¡maldición! — grita Cristine mientras le da un golpe al volante — tendré que detenerme por combustible — añade.La chica conduce durante unos minutos mas hasta que llega a la única estación de servicio que hay entre el pueblo y la ciudad.Cristine entra y estaciona el auto frente al dispensador de gasolina y un chico la atiende muy amablemente.— Llena el tanque... Ya vuelvo — dice Cristine.La chica apaga el motor del auto para bajarse cuando un cadilla
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52. LA CIUDAD DE LA MUERTE I
Mientras la ciudad se sumerge en un silencio abismal, en las afueras de la Metrópolis la noche apenas comienza. El infame de Bran Sanders se encuentra en las afueras de la ciudad organizando el desalojo de su laboratorio clandestino. — ¡Apúrense! Debemos hacer esto antes de que amanezca — les grita a sus trabajadores. Los hombres estan empacando todo el material medico en cajas para transportarlos a otro lugar. — Strange, debes encargarte personalmente de los "paquetes" — le dice Sanders en voz baja. — Señor, entiendo su preocupación, pero ¿Porqué debemos cambiar todo el laboratorio a otro sitio? ¿De verdad es necesario? — pregunta Strange intrigado. Sanders lo mira con cara de pocos amigos. — Creo que no entiendes Strange — le dice mientras le toma por el cuello de su camisa — nadie nunca se había atrevido a tocar a alguno de mis hombres, pero ahora resulta que secuestraron a Julián, quien conoce todos los movimientos de mis cuentas en el extranjero y del lavado de dinero po
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53. LA CIUDAD DE LA MUERTE II
Cristopher acelera la camioneta a fondo para tratar de alcanzar a Julián, quien está siendo rastreado por George.— ¡Se detuvo! — exclama George de repente asustando a Cristopher. — ¿A que te refieres? — pregunta Cristopher. — Julián se detuvo a unos 20 minutos de aquí, en unos almacenes afuera de la ciudad... Estoy seguro que es la guarida de Sanders ¡Apresurate! Si él acaba de llegar, seguramente Cristine aún no — agrega. Cristopher al escuchar aquello pisa aun mas el acelerador y Ozlem, quien va siguiendolo en el Jeep junto a Sebastián se da cuenta y trata de seguirle el paso.— Algo pasó — susurra Ozlem — ¿Tú sabes donde queda el laboratorio de Sanders? — le pregunta a Sebastián.— Vine un par de veces... Pero me cubrían la cara con una capucha — responde Sebastian — de resto Julián siempre era el que venía a hacer las vueltas chuecas de él.— No entiendo como pudiste caer tan bajo — dice Ozlem — jamas espere algo así de ti... De Cristine tal vez — añade mientras lo mira con re
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54. TODO EN SU LUGAR
Mientras la furgoneta se aleja de las explosiones, los corazones de Alexa y Ozlem se funden en un abrazo.Cristopher las ve de reojo y una pequeña sonrisa sale de sus labios. George mientras cubre su herida siente un alivio en su alma. Por fin atrapó al hombre que cortó la vida de su esposa. No sólo eso, también ayudó a rescatar a tres personas que iban a sufrir el mismo destino... Su corazón, por primera vez en mucho tiempo se siente en paz.El joven conduce la furgoneta al hospital, donde los efectivos policiales ya estan esperando a Sanders para ser arrestado.— Ahora sí te pudriras en la cárcel por todo lo que haz hecho — le susurra George al oido mientras uno de los policías lo detiene.Sanders lo mira con odio.— Sabés que yo gane ¿cierto? — le dice Sanders haciendo una pausa — por que yo sigo vivo, a diferencia de tu esposa — agrega sonriendo.George al escucharlo decir aquello saca su pistola y le apunta a la cabeza.— Tranquilo George, tranquilo. No lo hagas — le dice uno de
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