Roger verificó la hora y miró al policía quien asintió listo, bajo cargando la bolsa con el dinero, cada paso que daba hasta el basurero era eterno, se paró frente al lugar mirando a todos lados, cuando no había nadie mirando, hecho la bolsa rápidamente, pero se quedó ahí de pie por unos minutos. Su teléfono sonó. “¿Tienes el dinero?”. Le preguntaron desde el otro lado con ansiedad. Roger afirmó. “Si, lo he dejado donde quedamos, ahora entrégame a mi hija”. El hombre le advirtió. “La verá cuando tenga el dinero en mis manos, ahora, aléjate del lugar no quiero verte cerca, te llamaré para darte la ubicación de donde está tu hija”. Colgó inmediatamente. Roger volvió al auto, se subió al asiento trasero y el policía iba como su chofer, se miraron entre sí y Roger pronunció. “Dice que me llamará cuando tenga el dinero en sus manos, después me dirá dónde está mi hija”. El policía asintió encendió el auto para salir del lugar, los minutos pasaron, los policías encubiertos vigilaban la z
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