Taylor fue al área en donde se encontraban los jugadores de Lancelot y, rápidamente, congenió con ellos. Ya había charlado con alguno mientras se hospedaban en el hotel, pero en esta ocasión era distinto. No estaba trabajando y su jefe estaba muy distraído con otra mujer, así que disfrutó plenamente de su momento con su equipo favorito. Taylor era sociable y encantador. Los jugadores lo veían como a un niño a pesar de conocer su edad y lo trataban bastante bien, reían a carcajadas por las tonterías que el chico decía y llegaron a apreciar su compañía. Ya era de madrugada cuando, finalmente, el joven decidió realizar su mágica mezcla de licores. Sin miedo, tomó las botellas y combinó las bebidas en una sola copa, cuidando las proporciones. Lo hizo para todos los jugadores, y para él mismo. A medida que avanzaban los minutos, el alcohol empezó a hacer efecto en cada uno. La mágica mezcla fue tan explosiva que Lancelot pedía a Taylor que la preparara de nuevo. De esa forma, las risas f
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