161. No podrás matarme.
El aire se llenaba de los sonidos de los golpes, los rugidos y los gemidos de agonía. Los vampiros luchaban con ferocidad, pero no podían igualar la destreza y la furia desatada de la manada de hombres lobo. Cada ataque era calculado, cada movimiento estaba imbuido de una determinación inquebrantable.Bleid sabía que el tiempo era crucial. Cada segundo que pasaba era un segundo más lejos de reunirse con Audrey y sentir su cercanía. Con esa motivación latente en su corazón, redobló sus esfuerzos, concentrándose en aniquilar a sus oponentes sin piedad. Azabache, en perfecta sincronía, se movía en perfecta armonía con él, un dúo letal que no dejaba lugar para el error.La sangre de los vampiros brotaba en un torrente oscuro, manchando el suelo y llenando el aire con su peculiar aroma metálico. Los lobos, impulsados por un ansia insaciable, se abalanzaban sobre los cuerpos de los vampiros, que tenían sus fauces de rojo carmesí.Sin embargo, en medio de aquel caos, una estrategia bien plan
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