Cuando Kath llegó a la mansión de los Hudson acompañada de sus guardias, fue el mismo mayordomo que llamó por teléfono el que abrió la puerta.—Señora Hudson, que bueno que decidió venir, ¿y su marido? —el hombre la dejó pasar a ella y fue a pedirle a los guardias que se quedaran en el exterior, pero Benjamín dio un paso al frente—. Es mejor que esperen fuera, es un asunto delicado —dijo el mayordomo.Kath no sabía qué pensar de la actitud de Thomas, realmente parecía muy nervioso, pero ella no pensaba arriesgarse a entrar a esa casa sin ellos.—Mis guardias vienen conmigo, o nos vamos todos y el asunto se queda sin solucionar. No sé qué prefiera, pero sin ellos no entro —ordenó Kathleen con voz grave y decidida.Thomas se frotó las manos y la miró implorante.—Está bien, señora Hudson, pero a la habitación solo pasará usted, ellos esperarán en el pasillo. No quiero problemas, yo llamé al señor Hudson sin tener autorización y no quiero que eso me cause inconvenientes. Es mi puesto de
Leer más