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Todos los capítulos de ¡Devuélveme a mi hijo!: Capítulo 41 - Capítulo 50
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Capítulo cuarenta. ¿Lo sabías?
¿Lo sabías? «Si Patrick Phillips no es mi padre, ¿entonces quién es?» «¿Entonces quién es?» Aquella pregunta era la que Grace nunca había querido responder, no estaba preparada para hacerlo y quizás nunca lo estaría, porque para ella no era fácil de confesar y para Derrick difícil escuchar. —¡Mamá! —gritó Derrick sin querer, pero tras el silencio de su madre muchas cosas acudieron a su mente, desde las más locas a las más atroces—. Dime mamá, dime ¿quién es mi padre? —pidió. Grace tembló, se mordió el labio y negó. —Basta con saber que no eres hijo de Patrick, que no estás obligado a nada con él —dijo reacia a contarle la verdad. —¿No estoy obligado? —preguntó casi sin poder creer la respuesta de su madre. —No es tu padre… —susurró Grace. —Lo he escuchado muy bien mamá, pero no he tenido de ti la respuesta que en verdad necesito. Quiero saber quién es mi padre. ¡Tengo ese jodido derecho! —gritó. Grace negó. —No tiene caso que lo sepas, Derrick, yo… —¡Tú has estado a merced
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Capítulo cuarenta y uno. Traicionado
Traicionado«¿Lo sabías?»Archer se puso de pie y caminó unos pasos para alejarse de Derrick. Quería mentirle, deseaba decirle que no, que desconocía aquella verdad, pero no estaría siendo sincero con él. De hecho, la culpa por saber que eran hermanos desde hace un par de años, le carcomía el alma todos los días.Ver el sufrimiento de Derrick y el trato despiadado que recibía de Patrick le hacía lamentarse una y otra vez por no haberle dicho aquella verdad que cayó sobre sus hombros como losas pesadas.—Archer —la voz ronca de Derrick le hizo levantar la mirada. Se sentía avergonzado.—Sí, lo sabía.El dolor de la traición corrió como veneno por el cuerpo de Derrick, no podía creer que Archer le hubiera ocultado algo tan grande como aquello. ¡Eran amigos!—¿Cómo pudiste ocultármelo? —preguntó con la voz herida por la traición de su amigo y hermano.Archer metió sus manos dentro de sus bolsillos y bajó la mirada.—No podía decírtelo, Derrick. ¿Cómo se supone que iba a hablarte del tema
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Capítulo cuarenta y dos. Escapando
EscapandoLa taza cayó de las manos de Valeria sin que ella pudiera hacer nada, el sonido al estrellarse tampoco la alteró en lo más mínimo, pues su corazón se paralizó en el momento que una fuerte opresión se cerrara como una mano sobre su pecho.—Derrick —susurró.—¿Cariño? — Samanta se puso de pie como un rayo al ver el rostro pálido de Valeria y como sus manos temblaban como si fuera una hoja mecida por el viento.—Mamá —susurró, pero no fue capaz de decir nada más. De sus ojos se desbordaron las lágrimas como si fuera una cascada y su respiración fue trabajosa.—Respira, Valeria, respira —pidió Samanta al verla.La joven negó, ella lo intentó, intentó halar aire y llevarlo a sus pulmones, sin embargo, la mano que oprimía su pecho se sintió más pesada, que pronto el poco oxigeno que llegaba a sus pulmones se convirtió en fuego. Era un fuego feroz que le quemaba las entrañas y corría por sus venas como lava ardiente.—Derrick —sollozó de nuevo, no podía dejar de pensar en él y un v
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Capítulo cuarenta y tres. Encuentro apasionado
Encuentro apasionado Valeria sentía que su corazón iba a salirse de su pecho, miró a Derrick con disimulo mientras manejaba hasta el penthouse. —¿Estás bien? —preguntó Valeria ante el silencio que se había instalado en el auto. —Lo estoy —aseguró Derrick, él realmente no sabía cómo había salido ileso del accidente. Cuando su auto derrapó y no pudo frenar, toda su vida pasó delante de sus ojos en un nanosegundo. El miedo de dejar a Valeria y sus hijos desprotegidos le hizo darse cuenta del error que había cometido y de lo tarde que parecía ser, para rectificar aquel error. Se dejó llevar por la ira y por el deseo de hacerle justicia a su madre y casi perdió la vida. —Lo siento, Valeria —susurró. La mujer estacionó el auto, habían llegado al edificio. —¿Por qué te disculpas? —preguntó desabrochando su cinturón de seguridad para girarse y quedar frente a Derrick. —Por lo que hice hoy, no tengo ninguna justificación. Debí pensar en ti y en nuestros hijos —se lamentó. Valeria estir
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Capítulo cuarenta y cuatro. El pez por la boca muere
El pez por la boca muereDylan salió sigilosamente de la oficina de Valeria con los documentos y los planos del nuevo proyecto que vendería a Patrick. El padre de Derrick estaría más que en deuda con él y aprovecharía para sacarle más dinero que antes, finalmente era quién arriesgaba su pellejo al ser el obrero en la construcción de Phillips.El hombre bajó hasta el estacionamiento feliz porque nadie se había dado cuenta de su presencia, ni siquiera el vigilante había estado en su puesto de trabajo. La suerte le sonreía, era más que obvió que la vida estaba dándole el placer de la venganza en contra de Valeria por sus desprecios.Dylan subió a su auto y salió del edificio, se estacionó unas cuantas manzanas alejado y marcó el número de su jefe, sin embargo, Patrick no respondió y cada vez que llamó le saltó el correo de voz. Él maldijo, pero decidió dirigirse a su casa de cualquier manera, no tenía prisa. La venganza era un platillo que se servía frío.A la mañana siguiente volvió a l
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Capítulo cuarenta y cinco. Cita
CitaValeria esperó ansiosa por Derrick, no sabía nada de él desde que se había marchado y el tiempo parecía tener prisa por avanzar, cada minuto hacía que el corazón de Valeria sufriera una muerte lenta.—Ven, siéntate —pidió Zoe al verla caminar de un lado a otro, con la desesperación y angustia dibujada en su rostro.—No puedo, temo que Derrick corra peligro —dijo.Zoe negó.—Las malas noticias son siempre las primeras en saberse, Vale, no te aflijas antes de tiempo, piensa en tus hijos. Ahora ellos son los receptores de todas tus emociones, angustias y pesares —expresó, haciendo que Valeria se detuviera y se sentara en el sillón.—Gracias por estar aquí, de lo contrario estaría corriendo para buscar a Derrick —respondió Valeria, tratando de controlar sus miedos.—La zona donde Dylan y Patrick solían reunirse es peligrosa, incluso la sola presencia de la policía puede desatar una guerra.—¿Tratas de alterarme de nuevo? —cuestionó Valeria al escucharle.—No, por supuesto que no. Lo
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Capítulo cuarenta y seis. ¿Quién de las dos?
¿Quién de las dos?Archer jamás en toda su vida había conocido el miedo, pero lo que sentía ahora, mientras trataba de llegar a Victoria, no era exactamente miedo, era terror. En ese momento el tiempo pareció congelarse impidiéndole avanzar, viendo cómo la vida podía escapársele como agua entre los dedos.—¡Victoria! —gritó cuando la tragedia se consumó, el cuerpo de la modelo estaba quieto, tan quieto, que parecía muerta.Archer cayó de rodillas frente a ella y calientes lágrimas quemaron sus ojos mientras corrían por sus mejillas.—Victoria —sollozó con voz rota.—No la mueva, puede ser peligroso —escuchó que alguien decía.—Llamen a una ambulancia, por favor —susurró—. ¡Llamen a una ambulancia! —gritó con desesperación.Archer jamás sabría quién de los presentes cumplió su petición, pero los minutos que la ambulancia demoró, fueron eternos.—¡Dios, está sangrando! —el grito de la mujer hizo que Archer apartara la mirada del rostro de Victoria y recorriera su cuerpo, tenía miedo de
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Capítulo cuarenta y siete. ¿Elegir?
¿Elegir?«Lo siento mucho, pero tendrá que elegir a ¿quién de las dos debemos salvar, su hija o su novia…?»«¿Su hija o su novia…?»Archer sintió que las piernas le fallaban, ¿elegir entre la vida de Victoria y su hija? ¿Cómo podría elegir entre ellas? ¿Cómo seguiría viviendo si las perdía? Archer se negó a dar una respuesta, él jamás podría tomar una decisión tan grande y tan pesada como esa. Los recuerdos, lo pocos momentos que había compartido con Victoria pasaron por su memoria, el amor que ella sentía y le expresaba a su hija aún dentro de su vientre, fue como el golpe de un boomerang y la culpa lo embargó por todos los meses que se había mantenido alejado de ellas.—Señor Archer…—No puedo elegir, no puedo robarle la oportunidad a ninguna de las dos —dijo casi ahogándose con sus palabras.Si Archer tuviera que elegir, daría su vida por mantenerlas a salvo. Él se dejaría drenar toda la sangre que fuera necesaria para salvarlas, pero sabía que no bastaba con desearlo. Victoria se
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Capítulo cuarenta y ocho. Milagro de amor
Milagro de amorArcher no sabía cuánto tiempo había pasado sentado en la dura silla de la sala de espera, sus pensamientos no estaban en el tiempo, sino en Victoria y su hija, aun así, le parecía que había pasado una eternidad desde que el doctor salió para hacerle firmar los documentos y volvió al interior de la sala de emergencia para practicar la cesárea de emergencia y tratar de salvarle la vida a sus chicas.¿Por qué tardaba tanto en salir? ¿Qué era lo que estaba sucediendo allí dentro que lo retenía?Los pensamientos de Archer se vieron interrumpidos cuando una enfermera salió de la sala con prisa. Él se paró y trató de conseguir información, la necesitaba para no morir de angustia, para calmar el tormento que destrozaba su alma.—¿Qué es lo que está sucediendo? —preguntó intentando llamar su atención, sin embargo, la enfermera pareció ignorarlo mientras cogía de la estantería unos medicamentos con rapidez.Archer miró en dirección de la puerta de la sala y a través del único cr
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Capítulo cuarenta y nueve. Volviendo a casa
Volviendo a casaArcher no sabía qué responder, los ojos de Victoria pronto se llenaron de lágrimas y él de impotencia por no saber darle una respuesta concreta. Su hija seguía luchando como toda una guerrera por mantenerse con vida.—Archer —pidió ella, intentando quitarse la mascarilla de oxígeno, cosa que él le impidió de inmediato, apartando su mano.—Déjame llamar al médico —pidió.Ella negó.—Dime, ¿dónde está mi hija? Por favor —suplicó.Archer se acercó a ella y le dejó un beso sobre la frente para tranquilizarla.—Nuestra pequeña está en el área de pediatría, debe estar en una incubadora mientras el resto de sus órganos maduran y así, estar lista para el mundo —explicó.—¿Está viva? —preguntó con voz ahogada, temiendo que Archer la estuviera engañando.Él asintió.—No me mientas, por favor —sollozó con angustia.—Ella está viva, cariño, confía en mí —pidió, al tiempo que una enfermera entraba a la habitación.—¿Ha despertado? —preguntó la mujer, Archer asintió, pues la mano d
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