Desilusión I 39.
—¿Qué? —susurró Alexander con sus ojos abiertos al máximo, no era fácil creer que Noa era Azul, aquella bailarina y Noa eran muy diferentes. Era inconcebible que fueran la misma mujer. —Puedo explicártelo Alexander yo... La expresión y el silencio de Noa le dieron la respuesta sin necesidad de mencionar palabra, no era necesaria ninguna explicación ya todo estaba dicho, esa mujer solo estaba jugando con él, solo era una oportunista. La morena se acercó tomó a Alexander del brazo, este se soltó de inmediato del agarre de Noa con brusquedad. Se sentía el hombre más imbecil de todos al no darse cuenta de la realidad. —¡¿Y qué vas a decirme?! —escupió molesto aquellas palabras—. ¿Qué querías? No, no me digas ya lo sé querías ver que tanto podrías sacarme, Noa si es que ese es tu verdadero nombre. No te quiero volver a ver en mi vida, no te quiero cerca de mi y mucho menos de mi hija. Estaba furioso, se sintió usado, él creía que Noa era la persona correcta para volver a amar y entrega
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