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Todos los capítulos de Deseo Profundo : Capítulo 51 - Capítulo 60
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RUMBO AL SUR
10 de noviembre de 1741El barco se mece con violencia esa noche. La tormenta es intensa y todos los marineros solo tratan de resistir la inclemencia del clima sin perecer en el intento. Catherine está empapada de agua, la ropa le chorrea y el agua fría de la lluvia le golpea el sombrero provocando un ruido ensordecedor que no la deja escuchar nada más, mientras se mantiene firme en el timón del barco. El viento helado se le mete hasta el hueso y el cuerpo le tiembla de escalofríos, pero no puede dejar al fantasma del pacífico a su suerte en semejante tempestad.Arden está con ella, sujetando las sogas que sostienen las velas para evitar que se suelten como aquella vez.—¡Resiste un poco más! Ya está por pasar —le grita ella en un intento por darse un poco de ánimo. Los demás piratas están dispersos por el barco, tratando de sujetar las demás velas, y otros más se encuentran en las galeras.No es la primera vez que Catherine está en una tormenta como esa; si de solo recordar la última
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PELIGRO EN LO PROFUNDO
01 de diciembre de 1741Viajar en barco desde el norte hasta el sur es un camino largo y peligroso. No por nada, Crira es uno de los pocos reinos continentales que menos relación comercial tiene con Regoria.Entre un reino y otro hay miles de kilómetros de distancia. Con buen tiempo y un navío veloz, se podía llegar en dos meses. Catherine está tratando de acortar ese tiempo lo más que puede, forzando al fantasma del pacífico hasta su último aliento.Están a medio camino y ya se empieza a notar la diferencia en las aguas y el clima. El sur es un lugar mucho más frío que el norte. Ninguno de ellos está acostumbrado a esas temperaturas, así que comienza a hacer estragos en sus cuerpos.Se habían aprovisionado con lo necesario, pero nadie les advirtió lo duro que sería el clima.—Todavía estamos lejos de la península invernal, ¿cierto? —pregunta Heinrik.Ha estado toda la mañana junto a Berry explorando los mapas para lograr conseguir la ubicación más exacta de la isla.Le decían penínsu
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EL GUARDIÁN DEL ABISMO
01 de diciembre de 1741Bien dice el dicho que nadie aprende en cuerpo ajeno. Catherine comprende eso cuando entiende que no todo lo que conoce es lo que es. Si alguien le hubiese contado antes que existe una criatura gigante de nombre desconocido en el paso por el abismo, se habría reído en su cara, pero no puede negar lo que está justo frente a sus ojos.Todos los piratas salen corriendo y se asoman por la borda para ver el mar, que parece en una quietud espectral, justo antes de una tormenta.No logran ver nada en la superficie, pero de pronto el paso de algo muy, muy grande por debajo del casco produce una sacudida en el barco que los eleva.El pánico no se hace esperar, los marineros se quedan totalmente quietos y algunos se alejan del borde. Catherine ve a Arden aparecer desde la entrada a la artillería.—¡Cath! ¡¿Qué sucede?! —Sus ojos pasan de ella al comodoro que está a su lado, frunce el ceño, sin embargo, no tiene tiempo para preguntarle qué está haciendo ahí afuera.—Arden
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SIRENAS
01 de diciembre de 1741Andrew tiene bien sujetas las caderas de la pirata y la besa en una espiral de pasión incontenible. Ella está deseosa por arrancarle la ropa, pero de pronto siente algo que le dice que no está bien lo que ocurre.Se separa un poco de Catherine para mirarla y ve con horror como sus ojos ya no tienen pupila, en cambio, son completamente blancos e inexpresivos. Da dos pasos para alejarse de ella, sin embargo, la chica lo sigue como si él fuese el dulce más delicioso e irresistible del mundo.—Catherine, ¿qué le sucede? —pregunta sin obtener una respuesta.Comienza a escuchar a lo lejos un canto que resuena en la selva donde está metido. Es un canto dulce y melodioso, no parece provenir de ninguna voz que él haya escuchado antes.La capitana se le lanza encima en busca de quitarle la ropa. Andrew sabe que está en un trance y debe sacarla de allí a como dé lugar.—Catherine, espere, sé que desde hace días sueño con esto, pero preferiría que estuviese consciente cuan
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RECONCILIACIÓN
01 de diciembre de 1741La capitana se despierta en medio del ensordecedor sonido de los cañones. Su cabeza es un caos, no recuerda absolutamente nada de lo que pasó desde que se internó en la selva del islote. Su vista está un poco borrosa y los ojos le duelen.Logra escuchar los gritos de Arden y Cooke mientras siguen disparando de forma incesante los cañones.«¿Estamos bajo ataque?», Se pregunta en la mente.—Cath, quédate allí —ordena Arden sujetándola por la espalda.—¿Qué demonios pasó? —pregunta con la voz rasposa y débil. Se toca la garganta confundida, ¿por qué suena como si hubiese cantado durante dos semanas sin parar?—El islote es una trampa.Esas palabras le hacen abrir los ojos de golpe. De repente todos los recuerdos le vuelven a la mente de una sola vez. Se pone de pie de un salto y mira por babor como los cañones caen uno tras otro contra el islote, haciendo volar pedazos de arena y plantas por todos lados.—¿Una trampa? ¿por qué estás atacando al islote?Mira hacia
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LA PENINSULA INVERNAL
25 de diciembre de 1741El fantasma del pacífico avanzó sin demasiados tropiezos el resto del viaje. El clima había terminado de descender a grados bajo cero, y la tripulación no tenía demasiado con lo que cubrirse; estaban intentando aguantar el frío todo lo posible con lo poco que contaban.Esta vez el mar está en una quietud que ya les pone los pelos de punta. Mientras avanzan lentamente con el barco, algunos témpanos de hielo de gran tamaño flotan en la superficie, dándole al paisaje un aspecto escabroso.Después de su encuentro con las sirenas y la criatura del abismo, se mantenían alerta esperando a la próxima cosa que quisiera abordar o atacarlos de la nada.Catherine ha mantenido la distancia con el comodoro desde entonces. La tripulación estuvo de acuerdo en dejarlo andar libre por el barco, debido a que ya en dos ocasiones los había ayudado en momentos de apuro, cuando otro; quizá; los habría dejado a su suerte. No tiene idea de cómo es que eso terminó pasando, pero está bas
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BIENVENIDA AL SUR
25 de diciembre de 1741Catherine nunca había estado en un lugar como ese. El gran muro de hielo que apareció de la nada es tan alto como si apilara tres barcos uno sobre otro. Las paredes congeladas que los rodean al entrar por la gran abertura vuelven el ambiente aún más helado. Pueden ver sus alientos saliendo como si fuese vapor de sus bocas.Van lento en caso de que haya algún peligro. No saben qué es lo que les espera al cruzar del otro lado. Lo único seguro es que parece que el comodoro en cierto modo tiene razón. Las islas piratas no son simples pedazos de tierra que están en ubicaciones desconocidas y ya. Hay algo mucho más allá, algo que desconocen, que los mantiene a salvo de la invasión de los reinos.Sobre la marcha en la que van, se va perdiendo de vista la gran entrada, hasta que ya no se logra ver nada más. Encienden varias antorchas para ayudarlos con la visibilidad, y, además, para contrarrestar el condenado frío que hace.—¿Qué tan largo es esto? —se pregunta Andrew
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DESAPERCIBIDOS
25 de diciembre de 1741El pueblo de los piratas del sur es por lejos el menos pintoresco o cálido que alguien haya visto jamás. Los marinos del sur van cubiertos de gruesas pieles que los protegen del frío invernal que hace en la zona. La mayoría están ocupados en sus propios asuntos, andando de aquí para allá con normalidad.Cualquiera podría creer que no es un pueblo pirata, de no ser por las grandes armas que portan los hombres robustos y de largas cabelleras. Casi todos son rubios y pálidos debido a la falta de sol en su piel.Es evidente que Catherine y sus piratas desentonarán demasiado entre ellos, pero no les queda más que continuar con el plan.Nadie les presta atención, la ropa parece dar resultado, sin embargo, su comportamiento extraño de no saber a dónde ir, puede ser el desencadenante para despertar el interés de esta gente tan curiosa.Las casas de este lado del mundo son de madera y están esparcidas sin ningún orden en específico. Algunos viven en carpas de piel de al
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EL LIBRO AZUL
25 de diciembre de 1741El resplandor dorado que emana del medallón deja maravillada a la capitana. Por un segundo se queda atontada mirando el objeto, hasta que recuerda que podría ser peligroso y lo suelta de improviso al suelo, dando traspiés hacia atrás para alejarse de él.Deja pasar un minuto más antes de intentar acercarse. No tiene idea de por qué ese medallón está en su bolsillo. Se supone que Berry lo tenía en su poder, pero es evidente que alguien lo puso en su ropa sin que ella se diera cuenta, antes de partir.Agarra el medallón con sumo cuidado y lo observa. El resplandor sale desde dentro mismo; las ganas de darle un vistazo a lo que está dentro superan al miedo que le pueda causar el polvillo dorado que vio la última vez. Sin embargo, no puede ver nada que no sea el brillo.Observa las estanterías con los libros y se enciende una idea en su mente. Esa cosa no puede estar brillando solo porque sí. La única explicación es que el libro debe estar cerca.Pasea entre los li
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UNA "CÁLIDA" ESTANCIA
25 de diciembre de 1741El corazón de Catherine late tan desesperado que es lo único que puede escuchar en sus oídos. Lleva una mano a su pecho tratando de regular su respiración agitada, sabe que la pueden escuchar en cualquier momento. Escucha los pasos justo por encima de ella. Por instinto recoge más los pies y se pone en posición fetal, apretándose contra el hueco donde está metida. La tierra suelta que se desprende de la colina cae como una lluviecita a sus pies, ensuciándole la cara y el cabello, pero eso es lo que menos le importa en este momento.—¿A dónde se fue?—No lo sé, la vi correr hacia acá.—No puede estar lejos, ¡encuéntrenla! —ordena el hombre al que ya le reconoció la voz como Bjorn.No se le ocurre una buena idea para conseguir salir de allí. Aprovecha para quitarse el molesto vestido y espera unos largos veinte minutos hasta que no escucha voces ni pasos sobre su cabeza. Da un vistazo a todos lados en busca de algún pirata que esté por allí; como no alcanza a ver
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