Capítulo 23. Emboscada.
No había querido sonar como un presumido, porque lo que estaba diciendo era simplemente la verdad. Planeaba besarla hasta que ambos no podamos respirar más, hasta que nuestros pulmones griten por más aire. No tenía la más mínima idea de lo mucho que había fantaseado con tenerla tan cerca como en estos momentos, sentirla de la misma manera en que la siento ahora.Hace solo unos segundos había percibido como temblaba con mi tacto sobre su piel e incluso con mis palabras. Esta mujer se había convertido en una auténtica tentación para mí.— Entonces Alessio D’Angelo, sé mi Dios griego.Aquellas palabras acabaron con lo último de mí, no podía parar la tenía que besar, la necesidad me invadía y era muy fuerte, abrasadora sin lugar a dudas.Tomé su rostro con ambas manos y la besé con ímpetu, con ganas y con todo el deseo de mi alma. El beso era desesperado, embriagador y posesivo, mis manos pasaron de sus mejillas a recorrer segundo a segundo cada parte de su bello rostro para luego descend
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