52. Extraña sorpresa
LeonoraSu espalda la estaba matando al igual que sus pies. Tenía muchas quejas sobre su cuerpo con respecto al embarazo, pero una de las mejores cosas era que su sensibilidad se había incrementado muchísimo, lo que quería decir, que cada caricia de su esposo se sentía un millón de veces mejor. Le encantaba que solo hiciera falta un beso, un toque en su cuello o un roce accidental en una de sus zonas erógenas para que estuviera lista para lanzarse sobre el cuerpo de Giancarlo.Él lo disfrutaba, lo sabía, aprovechaba cada uno de los momentos para demostrárselo y ella fingía hacerse la dura, solo para hacerlo divertido para ambos. La mayor parte de las veces terminaban desnudos y satisfechos, las otras pocas ocasiones, alguna molestia menor del embarazo preocupaba a su esposo hasta el punto en el que el deseo quedaba en un segundo plano y llamaba a la doctora González para preguntarle si sus síntomas eran normales.Esa mañana, sin embargo, luego la diversión que habían tenido en la bañe
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