—¿Te importa, Isabella, si te robo a Enrique? Hay alguien especial a quien tengo que presentárselo—. Sofía le dijo y Isabella negó con la cabeza, mientras intentaba esbozar una humilde sonrisa.—En absoluto. Quiero decir... Os dejo—. Le dijo sintiéndose, sería mucho mejor si fuera ella la que se marchara. Después de todo, ella era la empleada aquí. Sin mirar a Enrique, se alejó sin saber muy bien a dónde se dirigía. Enrique no pudo evitar mirarla mientras se alejaba. Sofía se dio cuenta, mientras miraba fijamente a Isabella. Inclinó ligeramente la cabeza hacia su izquierda, como si eso la hiciera entender mejor. En todos los años que había observado a Enrique echar una mirada a una mujer, nunca le había visto hacerlo de aquella manera; con sinceridad en los ojos. Sólo ese pensamiento la hizo echar otra mirada a Isabella.—¿Hay algún problema, Enrique?— Preguntó de repente, haciendo que él bajara inmediatamente la mirada, apartándola de Isabella. Sacudió la cabeza hacia ella.—No. No d
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