Deirdre regresó a su habitación de la mansión y se sentó en el borde de la cama en un trance disociativo.Pasaron minutos, posiblemente horas. No tenía ni idea de cuánto tiempo pasó hasta que por fin sintió que el sueño la atrapaba. Luego, se tumbó. De repente, la puerta se abrió de una patada. Brendan se tambaleó como una bestia enloquecida y le inmovilizó las muñecas contra el suelo. El aire estaba helado, pero Deirdre casi podía sentir la helada mirada del hombre que le escrutaba la cara con furia."Ni siquiera te ha quitado el sueño la m*erda que haces, ¿verdad?", bramó Brendan, aplastándole los hombros con su fuerza rabiosa."¡Esa jodida herida en el cuello de Lena! Nada podía hacerla desaparecer, ¡y todo el mundo lo vio, McKinnon! Hablaban de ello a sus espaldas y entre ellos durante su propia fiesta, ¡todo por la estúpida m*erda que hiciste! ¡Ni siquiera volvió a casa después de la fiesta! ¡Así de humillada la hiciste sentir, p*rra de corazón negro! ¡¿Siquiera sabes cómo pa
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