Sus uñas de los pies están pintadas de rojo cereza.Justo cuando estoy a punto de ofrecerle ayuda, ella salta con un pie al borde del mostrador y agarra un plato grande y un tazón, pero deben ser demasiado pesados para ella. Todo parece pasar a cámara lenta.Ella se tambalea y su canción se convierte en un fuerte grito cuando cae hacia atrás.—¡Oh no, no!—¡Noel! —Me lanzo hacia delante y, por algún milagro, ella cae en mis brazos mientras yo acabo de rodillas en el piso.Me inclino hacia adelante, abrazándola. Ambos respiramos rápido, nuestras narices casi se tocan. Sus ojos se abren cuando se encuentran con los míos, dorados como el whisky, creo que algo más está pasando aquí.Inhalo profundamente, me siento rodeado por la primavera y flores. Ella es suave como la seda, sus senos contra mi pecho y sus labios carnosos y brillantes se abren a pocos centímetros de los míos.Podría besarla…—Dios, has caído como del cielo. —Es un susurro entrecortado, un poco áspero y muy sensual.—Hola
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