El siguiente lunes, estaba yo en mi horario de almuerzo, había pedido en un sitio de comida rápida una hamburguesa con queso, tomate, jamón, lechuga...y mayonesa. Estaba disfrutando del jugoso sabor de todo, bajandolo con una malteadas y sentada a la mesa, cuando casi se me paraliza aquello al ver a Markus Preston sentarse con lentitud y ceremonia, justo frente a ti. Se mantuvo callado, contemplándome con sus azules ojos, y lo más extraño es que por primera vez desde que lo conocía su expresión no era reprobatoria, sino más bien nerviosa. Elevé las cejas. ¿Markus Preston, nervioso por hablar conmigo? No. Seguramente yo estaba imaginando aquello. Dejé mi almuerzo, y lo encaré. —Suéltalo ya. Di que estoy gorda, que me visto horrible, que vas a demandarme por difamación. Habla.— mascullé. Su boca se presionó en una dura línea, pero entonces casi a regañadientes, sus labios se levantaron y sé que estaba tratando de reprimir una sonrisa. —Lo siento —dijo. Y yo me quedé de piedra.
Leer más