NARRA ALAN—¡Estas completamente loca Rebeca! —grité de frustración, no quise mostrar debilidad ante sus amenazas, por un momento pensé que sus acciones y palabras solo eran para amedrentar. Tristemente estaba muy equivocado, mostrando esa sonrisa diabólica que jamás había visto, al menos no hasta ayer jugando con la navaja en su mano.—Esto no le agradará al jefe, señorita —comenta uno de los hombres detrás de ella.—Cállate, mientras anden conmigo su jefa seré yo —le dice al hombre apuntándole con la navaja. Rebeca se acerca hasta mí.—Ahora, Alan. ¿Qué zona es la más sensible del cuerpo? —no le contesté, la verdad que los nervios me estaban ganando, pero no quería darle ese gusto.—¿Ahora sí muy calladito? Parece que eso si te dio miedo. Yo no amenazo sin razón Alan, es mejor que estés preparado. Soporté muchísimas cosas, por culpa de tu familia. Créeme que hacer unas rayas en tu cuerpo, no se compara con las enormes cicatrices que llevo en mi corazón y mente. Vengan aquí y sujétenl
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